martes, 23 de noviembre de 2010

Propuesta temática para el ciclo 2011

Qué es un padre, el padre en la estructura y estructura del padre.





Los padres freudianos.
Los sueños y el padre de Freud. Inconciente y ley.
El padre de Dora. El padre de la joven homosexual.
El padre de Totem y Tabú.
El padre de Moisés y el monoteísmo.
El padre forcluído en la psicosis.
El padre fantasmático de "Pegan a un niño".
Caída de las figuras del padre, metáfora y nombre.
El problema del superyo.



Estamos abiertos a escuchar las ideas de los que nos siguen y de los que nos leen

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Invitación al simposio

La Comisión de Interior junto con el Centro de Estudios de APA, dentro del marco del simposio, ha organizado un taller sobre la Trasmisión psicoanalítica en los bordes, que tendrá lugar el sábado 20 a las 8 30hs. En el taller participarán, entre otros, el grupo de Mar del Plata,  Lilia Champredonde, expositora, Cristina Herold y Rosario Ortiz relatando la experiencia de formación  con APA, en CEMEP, desde los años 60 y Maximiliano Martínez Donaire, miembro en formación de nuestra institución,  que tomará el tema de La Trasmisión de la Clínica analítica. Aquellos que participan de los espacios de Interior y del Centro de Estudios tienen un arancel especial de 30 pesos por todo el simposio que incluye muchas más actividades. El viernes 19 a las 13 habrá un taller sobre sexualidad femenina e histeria, Madame Bovary y la mortífera insatisfacción.
Para ver el programa completo www.apa.org.ar.

Viernes 19 a las 11 en el simposio

Yiya Zaffore, miembro de la comisión de Interior, presenta una ponencia acerca de Algunos conceptos acerca de la clínica y del lugar del analista.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Transmisión de la Clínica, por M. Martínez Donaire, ponencia del simposium, APA 20 de noviembre 8 30 hs




La transmisión de la experiencia clínica ocupa un lugar nuclear, ineludible, de los intercambios entre analistas. Esto no significa que la pregunta “¿Por qué transmitir la clínica?” tenga una respuesta unívoca, por el contrario, hay maneras muy distintas de pensar la presentación de material clínico, tanto a nivel de sus objetivos como de su modalidad y metodología. Pero lo que parece fuera de discusión es que los analistas debemos dar cuenta de nuestra práctica ante otros, y en este punto nos preguntamos si deberíamos esperar que allí se produzca un efecto de transmisión, y de ser así, de qué depende que esto se produzca.
Podemos desdoblar el tema entre la cuestión referida a la clínica en sí (qué entendemos por material clínico, motivaciones e implicancias de su presentación), y aquello referido a la transmisión como vía de acceso a la verdad del inconsciente.  
¿Qué entendemos por “material clínico”? Habitualmente se lo relaciona con un “paciente”, es decir, con lo que produce un sujeto en su análisis. Sin embargo, pueden trazarse distintas fronteras para circunscribir lo que es, o no, material clínico. Por ejemplo, recordemos que dentro de los “historiales clínicos” de Freud, encontramos al “caso de paranoia descrito autobiográficamente”, Schreber, quien no es un paciente en análisis. Ahora bien, ¿podemos decir que la autobiografía de Schreber es un material clínico? Lo que está claro es que Freud la trata y la analiza como si lo fuera. Y del mismo modo lo hace con casi todas las producciones de sujeto que habitan la cultura: mitos, religión, obras de arte, novelas, y hasta la vida cotidiana… en fin, aquello que se ha dado en llamar “psicoanálisis aplicado”. ¿”La Gradiva”, es un material clínico? Aquí la respuesta pareciera ser más claramente que no, sin embargo Freud también la trata como si lo fuera. Al respecto de esto, cito a Erik Porge[1]: “Los estudios de casos literarios publicados por Freud son psicoanálisis en el mismo sentido que sus relatos clínicos”. Introduzco entonces en este punto una referencia que da Janine Puget[2], quien dice que “material clínico es aquello que por su estructura nos da acceso al Inconsciente”, (lo cual implica que debe haber una escucha analítica para que una determinada manifestación subjetiva adquiera el estatus de material clínico)
En todo caso, me pregunto si el hecho de que Freud publicara las aplicaciones del psicoanálisis en campos mucho más amplios que el de sus pacientes neuróticos, no estará relacionado con su deseo de transmisión. Sabemos que Freud recurre constantemente a la literatura para expresar sus ideas, y se me ocurre que allí está buscando trascender la mera enunciación de un concepto, para lograr tocar al sujeto lector, es decir, alcanzar un efecto de transmisión. ¿Y por qué lo lograría a través de la literatura? En palabras de Freud[3]: “… a mí mismo me resulta singular que los historiales clínicos por mí escritos se lean como unas novelas breves, y que de ellos esté ausente, por así decir, el sello de seriedad que lleva estampado lo científico. Por eso me tengo que consolar diciendo que la responsable de ese resultado es la naturaleza misma del asunto…”
Entonces, retomando la cuestión acerca de lo que es “material clínico”, quizás hagamos bien en restringirlo a lo que acontece dentro de un análisis, pero notemos que a la hora de dar cuenta de ello, Freud se sale de las fronteras del consultorio y recurre a todos los elementos que componen la cultura, y en especial al campo de la literatura, como medio de transmisión. Por lo tanto se podría decir que la transmisión de la clínica trasciende al relato de un caso.
Aún así, detengámonos en las vicisitudes de la presentación de un material clínico. Dentro del psicoanálisis existen diversas maneras de concebir la presentación de un material. Por ejemplo, algunas posiciones tienden hacia la búsqueda de la máxima objetivación posible, proponiendo criterios estrictos para la formalización de las presentaciones, aplicando el modelo de “hipótesis/contrastación”, en palabras de Gómez Cabal[4]someterse a cánones científicos habituales”. Según esta perspectiva, se le adjudica al material el lugar de la comprobación empírica de las teorías, tal como lo plantea E. Laverde Rubio[5]En la ciencia el objetivo no es discutir, es presentar una idea (hipótesis) y sustentarla o refutarla”
En otra dirección apuntan posiciones que admiten que la presentación de un caso lleva las marcas indelebles de la subjetividad del analista. Daniel Wildlocher[6], siguiendo a Spence, plantea que el relato que hace el analista de su trabajo con un paciente puede ser considerado una “narrativa”. ¿Qué es lo que narra?: la historia de sus experiencias en sesión. La idea de historizar un análisis pone de relieve el lugar del analista como construyendo un caso. Creo que podría incluirse la noción de que aquello de lo que se intenta dar cuenta con un material clínico es en verdad algo inasible; y que el relato de un caso es al análisis, lo que el relato de un sueño al soñar.
Lo cierto es que los analistas debemos convivir entre paradojas, incertidumbres y contrasentidos, y allí se aloja la tensión irresoluble entre los intentos de objetivación y el lugar de lo singular. No podemos renunciar a establecer principios generales, teorías, enunciados universales, justamente para dar cuenta de lo subjetivo, único e irrepetible. La “teoría” y la “clínica” se imbrican y se suponen mutuamente. El relato de un caso entonces, estará atravesado por estas dimensiones contrapuestas e inseparables, dimensiones a las que le que yo le sumaría las de la “transmisión” y la “enseñanza”.  
Porque, después de todo ¿qué entendemos por “transmisión”? Suele postularse rápidamente cierta oposición con la idea de “enseñanza”, pero esta diferenciación suele tomar un tono un tanto maniqueo, llegando a esa especie de lema “el psicoanálisis no se enseña, se transmite”. Yo tiendo a pensar más bien que enseñanza y transmisión forman parte de estas dimensiones que mencionábamos, distinguibles pero entrelazadas, como objetivación/singularidad o teoría/clínica. Desde luego la distinción entre transmisión y enseñanza es indispensable, quedando ésta última ligada a la intelección, racional y conciente, de ciertos saberes. Lo cierto es que a la hora de formarnos como analistas no podemos prescindir de enseñanzas, aunque no sean éstas las que nos vuelven analistas. Cito a Freud[7], enunciando uno de los objetivos de la creación del Instituto de Psicoanálisis de Berlín: “crear un centro en el cual pudiera impartirse la enseñanza teórica del psicoanálisis y transmitir la experiencia de los psicoanalistas más viejos…”. Surge de esta cita que la teoría se enseña, y que lo que se transmite es la experiencia, camino singular recorrido por un sujeto y del que solo podría dar cuenta él mismo.
Entonces, volviendo a la cuestión de la presentación de materiales clínicos, tenemos esta dimensión de la objetivación, la cientificidad, la formalización, los postulados teóricos, la enseñanza, en contrapunto indesligable de aquella otra, la de la experiencia singular, la construcción del caso, el sujeto, la transmisión.
Creo que la transmisión solo puede ser pensada como efecto, no hay modo de garantizarla a priori. Es un efecto producido en el sujeto a través del lenguaje, y la pondría emparentada con la serie que forman la interpretación, la metáfora literaria y el chiste, es decir, allí donde el efecto se produce por una significación aludida, insinuada, pero nunca del todo explicitada. “Explicar” una interpretación, una metáfora o un chiste, les quita su efectividad como tales; la explicación quedaría del lado de la enseñanza.
La transmisión opera a nivel de la subjetividad, apelando a cierta develación de la  verdad de lo inconsciente. ¿Cómo lograr este efecto de transmisión a la hora de presentar un material clínico? Como dijimos, no hay garantías. Freud decía en la cita que mencionábamos al principio, que la “naturaleza del asunto” requiere de un trascender el discurso estrictamente científico; también lo plantea en Consejos al Médico: “… unos protocolos exactos en un historial clínico analítico rinden menos que lo que se esperaría de ellos. En rigor, se alinean con esa pseudo exactitud de la que tantos ejemplos llamativos nos ofrece la psiquiatría ‘moderna’”[8]. Al respecto de esto, Eric Porge[9] planeta que en Freud la exactitud es sustituida por la veracidad o verdad. Este autor, en su libro Transmitir la Clínica, analiza las modalidades que utilizan Freud y Lacan para dar cuenta de la clínica psicoanalítica, afirmando de Freud que recurre a la “puesta en relato” del caso, “novelizándolo” para alcanzar la verdad, abocándose a un trabajo de escritura con una inevitable dimensión de ficción. Respecto a Lacan, destaca que éste no recurre el relato de caso para transmitir la clínica, sino que pone el acento en el “estilo” de la transmisión. La “clinicidad” en el estilo de Lacan daría cuenta de la clínica, a pesar de que no recurra a la presentación de casos.
Para finalizar, cito unas palabras de Borges respecto a su lectura de Martin Buber, que si bien mencionadas en otro contexto, creo que aluden a la transmisión: “Puede que yo aceptara aquellos libros porque los acogí como poesía, como sugerencia o insinuación, a través de la música de la poesía, y no como razonamientos”[10].







[1] Transmitir la clínica psicoanalítica, Nueva Visión, 2007.
[2] “¿Qué es material clínico para el psicoanalista. ‘Los espacios psíquicos’ “, en Psicoanálisis, Vol. 10, Nº 3, 1988, (APdeBA)
[3] Estudios sobre la histeria, “Elizabeth Von R.”, pg.174, Amorrortu editores.
[4] “Presentando materiales clínicos”, en Revista de la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis, Vol 22, nº 4 (1997)
[5] “Presentación de material clínico: ¿creación o dispersión?” en Revista de la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis, Vol. 28, no. 2 (2003).
[6] “Un caso no es un hecho”, en Libro anual de Psicoanálisis, Vol 10, 1994, (Escuta)
[7] Prólogo del Folleto «Décimo Aniversario del Instituto Psicoanalítico de Berlín» (1930)
[8] Consejos al Médico sobre el Tratamiento Psicoanalítico (1912), Amorrortu Editores.
[9] Op. Cit
[10] Arte Poética, “Seis Conferencias”, Crítica, Barcelona (2001)

domingo, 14 de noviembre de 2010

Poesía y transmisión. A. Killner


Fragmento de una ponencia leída en Rio de Janeiro, 2006, en ocasión del Congreso  de  IPA.

............ Si se escribe desde una filiación, desde Freud casi todos lo hacen, este movimiento está ya dado. La cuestión, es poder seguir aplicando alguna retórica deisdealizadora, algo digo que no aporte “para completar la obra” esa obra ficcionalmente  única que el psicoanálisis es, sino incompletarla de una mejor manera.

He allí el núcleo complejo si se permite el término que se ha bastardeado un poco demasiado. Hay algo que transmitir cuando se habla de psicoanálisis pués parece que siempre es posible decir algo más, un algo más, pero algo más que se convierte en la  sustracción a cualquier certeza. Sabemos que hay inconsciente, lo que no sabemos es si Mr Hyde vendrá hoy. Ni el mismísimo demonio puede prometernos eso. Porque el psicoanálisis no es una cosmovisión, no es religión, ni ideología, ni astrología ni ninguna de esas tranquilizadoras explicaciones de todo y del todo.
No es ninguna minusvalía que así sea, tal vez se trate del mejor de sus blasones. Después de todo cuando haya un mundo feliz, mundo perfecto, perfectamente organizado por la tecnología que nunca falla, podemos seguir augurando un gran futuro para toda la psicopatología de la vida cotidiana.
Lacan inventó un neologismo divertido, y llamó a las publicaciones, poubellications. En francés poubelle es basura, pero no lo dice para desprecio del hecho de publicar, eso creo, sino porque la publicación entre otras cosas hace de algo que como, al principio, el escrito es altamente privado una cosa pública, se hace circular algo, que a veces toma rasgos un poco obscenos. Se arroja algo al público.
En nuestra tarea hay que arrojar qué, yo diría que efectos de transmisión, de eso se intenta en las publicaciones,  en los escritos  pero que ese efecto no está garantizado.
Qué hizo Freud a fin de lograrlo?, varias cosas, porque no ahorró recursos. Recurrió a los relatos que lo precedieron En los grandes relatos de la tragedia, Edipo, después Hamlet, lo singular de su experiencia de autoanálisis encuentra la posibilidad de pasar a un universal conceptualizable y  transmisible.
Como dice Humberto Eco, lo que no se puede decir, es mejor relatarlo. La metáfora que todo relato es dice de lo que no se puede decir, o de lo que no se puede decir de otro modo. Y se escribe siempre de lo que nos excede. El psicoanálisis nos excede siempre. No porque sea una tarea difícil sino porque es imposible. Freud dixit.

Taller del simposio de APA. Viernes 19, 13 30 hs

  • Histeria y Literatura
 Alicia Killner, coordinadora.
 Laura Palacios
 Laura Trotta
Osvaldo Canosa
Agustina Chico

Histerias de libro: Madame Bovary, dolor, padecimiento y goce .
Cuando la histeria no hace síntoma, sino sólo padecer. Vigencia de una estructura y de su clìnica.

(Definición de Bovarysmo.)
Adjetivo derivado del apellido de la protagonista de
Madame Bovary, novela de Gustave Flaubert, que acuñó J. de Gauthier para designar un estado de ánimo caracterizado por la exaltación enfermiza de la imaginación. Aquejada de este mal, debido a sus lecturas juveniles de novelas románticas, la protagonista del relato se suicida, incapaz de soportar la vulgaridad que le rodea.


Trabajaremos distintos tópicos :


  • De  la mascarada femenina en la histeria, y su función fallida.


  • Del vestido y la moda: El cuerpo que no cierra


  • Función de la literatura y del escrito.


  • El amor como ilusión. Hacerse un lugar en el fantasma del hombre.


  • El objeto oral, comer, hablar, vomitar.
      Montaje de la pulsión oral. La seducción y la muerte.


  • De la posición femenina que no se obtiene de una vez para siempre


  • De la gravedad del (de los) casos.


  • Del punto de partida fantasmático.


  • De la creencia a ultranza en el falo como existente sin màs.

(Recordar el sueño de la bella carnicera, se trata de salmón ahumado, de una amiga flaca, del cuerpo que empieza y termina en la boca).

jueves, 11 de noviembre de 2010

Fragmento de "Las horas"

Se trata del film que habla entre otras cosas de la vida de la escritora Virginia Woolf, y de la relación que otras dos mujeres, de diferentes épocas tienen con la lectura de su libro Mrs Dallowey. La frase que se repite, "I'll buy the flowers myself","compraré las flores yo misma", habla de una posición particular.

Las horas

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Jornadas abiertas y gratuitas de noviembre: Las depresiones, malestar de la época.

   El día sábado 13 de noviembre, a las 9 hs, retomaremos la cuestión que "las depresiones" plantean al psicoanálisis. Coordina Alicia Killner. Expone Néstor Marcelo Toyos. Espacio clínico:  "El caso Clara" a cargo de Osvaldo Canosa. Coordina María A. Pacheco. 
Temas a tratar: Historia del concepto de melancolía y depresión. Duelo normal, duelo patológico. El trabajo de duelo. La prueba de realidad. Articulación pérdida-castración, objeto a-falo.
La identificación con el objeto perdido. Acting y pasaje al  acto. La felicidad obligatoria en la cultura.
Reiteramos la invitación a esta jornada a psicólogos, médicos, o carreras afines y estudiantes del interior del país y de Buenos Aires

Madame Bovary parte 1, ilustrando el borde oral de la histeria

martes, 9 de noviembre de 2010

Síntesis de la clase de octubre dada en Mercedes


Síntesis de la clase del 22 de octubre en Mercedes.

Docentes: María de las Mercedes Amado de Zaffore y Raúl Neumann.

En un soleado sábado de octubre viajamos a Mercedes. Al llegar nos encontramos con algunos de los colegas que habían asistido a las clases anteriores.

Los temas centrales desarrollados fueron: el objeto oral en Freud y Lacan y las Patologías del circuito oral con los trastornos de la alimentación (anorexia-bulimia).

Dijimos que Freud mostrò que las pulsiones sexuales funcionaban apoyàndose en las de autoconservaciòn, lo que significa que èstas señalan a las sexuales el camino hacia el objeto. Esta nociòn de apoyo aclara en parte el complejo problema del objeto pulsional. Si nos referimos por ejemplo a la fase oral, el objeto es en el lenguaje de la pulsiòn de autoconservaciòn, lo que alimenta; en el lenguaje de la pulsiòn oral, lo que se incorpora, con toda la dimensiòn fantasmàtica que comporta la incorporación. El análisis de los fantasmas orales
muestra que esta actividad de incorporación puede referirse a objetos completamente distintos a los de la alimentación, caracterizando entonces la relaciòn de objeto oral.

La nociòn de apoyo o de apuntalamiento es indisociable de la teoría pulsional de la sexualidad. Desde “Tres ensayos…” (1905) Freud explica que las pulsiones parciales estàn ligadas con ciertas funciones vitales que les sirven de soporte, teniendo un origen comùn: las mismas fuentes y objetos –la satisfacción de la pulsiòn oral se apoya en la satisfacción alimentaria ligada a las necesidades de nutriciòn.-

La incorporación constituye un fin pulsional y un modo de relaciòn de objeto caracterìstico de la fase oral; si bien guarda una relaciòn de privilegio con la boca y la ingestión de alimentos, tambièn puede vivirse en relaciòn con otras zonas erògenas y otras funciones. Contituye el prototipo corporal de la introyecciòn y de la identificación.

Algunos psicoanalistas hablan de estadìo oral para referirse al primer estadìo de evolución libidinal, caracterizado por el hecho de que el lactante encuentra su placer en la alimentación, la actividad de la boca y los labios. El placer de chupar, ligado primero a una necesidad fisiològica, se convierte en el lugar de una actividad autoeròtica, que constituye el primer modelo de toda satisfacción sexual. En 1915 Freud insiste en el carácter canibàlico del estadìo oral: la relaciòn que se instaura con el objeto del deseo es la de comer-ser comido, relaciòn llamada de incorporación.

Freud le da a “lo oral” una gran importancia para la determinación de la vida sexual futura y sobretodo para la posterior elecciòn de objeto.
En la relaciòn del niño con el seno, este aparecerà  como esencialmente perdido y “encontrar al objeto sexual no es en suma sino volver a encontrarlo”.

Para Lacan la funciòn del objeto es la de ser aquèl que permite el recorrido de la pulsiòn. Esta emana de la fuente, bordea al objeto y regresa a la zona erògena lugar de satisfacción. Para este autor lo activo-pasivo, el lugar del sujeto-objeto, no son màs que el “trayecto de la pulsiòn”, recorrido para su satisfacción.

El objeto de la pulsiòn es el objeto a, que podrìamos asimilar al concepto de objeto perdido en Freud, resto no simbolizable que opera como causa del deseo y de la repetición, en la bùsqueda de un encuentro imposible con el objeto.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Dublineses