domingo, 10 de abril de 2011

Comentario sobre el film Volver al futuro, presentado por María A. Pacheco y Maximiliano Martínez Donaire

Volver al futuro: la historia puede cambiar

La película propone en tono de ciencia ficción la posibilidad de reescribir la propia historia, cuestión que de algún modo se emparenta con la tarea analítica; en efecto, pensamos que de eso se trata un análisis, de ir y venir, desde un presente hacia un pasado ficticio pero no menos real, y en ese mismo movimiento “la historia va a cambiar.” Tanto allí como aquí, en el film como en el análisis, la historia que ha de ser rescrita no es cualquiera, sino justamente aquella que da cuenta del posicionamiento del sujeto en el Edipo, y específicamente, las vicisitudes de la función padre. Y para que esto sea posible es necesario subvertir la temporalidad, entrelazando pasado, presente y futuro, ya sea usando una máquina para viajar en el tiempo, o bien sirviéndose de la transferencia.
Ahora bien, ¿de qué nos está hablando el personaje? el protagonista nos deja traslucir que de lo que se trata es de embellecer al padre para que no caiga, enaltecerlo. Si el padre cae, él se desvanece; si el padre cae, el protagonista queda atrapado en la belleza materna. Pero ¿será suficiente el enaltecimiento del padre para romper el espejismo edípico?

Pasamos ahora a comentar las escenas recortadas en función de la temática propuesta para este encuentro.

En una de las primeras escenas, el protagonista, Marty, es confrontado con la cuestión de que el legado del apellido paterno lo ubica en un lugar devaluado, impotente, incapaz para alcanzar algún tipo de éxito o logro: “ningún Mc Fly fue gran cosa en la historia de Hill Valley”. A partir de allí él se hace eco de esa voz de su padre que resuena en su interior inhibiéndolo, e identificándose con un “padre vago”. Nos resulta interesante intercalar aquí, la cuestión de la culpa que puede sentir un hijo por superar al padre, tal como lo señala Freud en “Una perturbación del recuerdo en la Acróplis”:

“Parece como si lo esencial en el éxito fuera haber llegado más lejos que el padre, y como si continuara prohibido querer sobrepasar al padre”

Pero volviendo al film, allí aparece también otra voz, la de Doc, que empuja en otra dirección. Este profesor algo sabe, y haciendo semblante de papá le dice “eres bueno si te lo propones.” (o “el que trabaja todo lo puede”). Doc representa un lugar de habilitación y apuesta al deseo.

Siguiendo las escenas de aparición de un padre caído, aparece un padre burlado, humillado y denigrado por Biff, personaje bravucón y psicopático. George se somete a los abusos de Biff, ante la mirada de su hijo, e incluso se mantiene pasivo cuando éste es insultado por aquel. Es un padre que no se la juega por su hijo ni lo defiende: es un padre que va de perdedor. Qué peor imagen paterna para un hijo que aquella en la que el padre agacha la cabeza, y cuánto más, cuando de lo que se trata es de defender la exogamia (dado que en esa escena Marty se quedaba sin auto para salir con su novia). Tanto en el presente como en el pasado McFly padre es burlado y humillado. Marty le reclama a su padre que por qué no responde y éste le dice “Tienes razón hijo, no puedo enfrentarme con él”, o bien, “son más fuertes que yo”. Esta escena nos recuerda al recuerdo freudiano de humillación de un padre, más bien de su propio padre. De paseo con su padre, éste le dice: “Siendo yo muchacho, me paseaba por las calles del pueblo donde tú naciste, un sábado; llevaba un lindo traje con un gorro de pieles nuevo sobre la cabeza. Vino entonces un cristiano y de un golpe me quitó el gorro y lo arrojó al barro exclamando: ¡Judío, bájate de la acera!- ¿Y tú qué hiciste?-  Me bajé de la calle y recogí el gorro, fue la resignada respuesta. Esto no me pareció heroico de parte del hombre grande que me llevaba a mí pequeño de la mano.”

Volviendo al film, luego se observa una cena familiar, donde la madre recuerda el inicio de la relación con su marido, en un tono añorante por las pasiones vividas, y esperando que éste la acompañe con su mirada en ese recuerdo… sin embargo él ni la escucha ni la mira, absorbido por la TV; padre que sigue vacilando, desdibujado, en su lugar del hombre de una mujer. En palabras de Philippe Julien:

“El niño tiene un padre real, en la medida que este hombre es el que ha hecho de una mujer, de ésta que yo llamo mamá, la causa de su deseo y el objeto de su goce”

Sin embargo… la historia puede cambiar. Se produce un crimen, el padre científico es asesinado y de repente… “el pasado”, la tragedia edípica cobra vida.

Freud, en los escritos técnicos proponía una serie de “Consejos”  que a él le resultaban útiles para los tratamientos. Es así que les solía decir a sus pacientes que mientras durara el tratamiento no convenía hacer grandes cambios en su vida, al estilo de cambiar de trabajo, casarse… Ya de lleno en el pasado, Doc aconseja: “No debes hablar con nadie ni ver a nadie.” Consejo tardío ya que Marty estaba totalmente zambullido en la trama edípica como personaje principal.

Marty se entromete entre sus padres, dado que en el momento en que estaban éstos destinados a conocerse, hace su síntoma: intenta salvar al padre, pero tomando su lugar frente a la madre. Veamos cómo se da el comienzo de la escena edípica. El hijo durmiendo y su madre admirando su belleza; su madre embelesada por él. Es en ese punto donde se cambia el destino. El hijo tomando el lugar del padre para seducir a la madre. Pero desde los inicios Marty intenta escapar a esa tragedia. Si no sale de  ese lugar, desaparece. Es así que en el momento en que la madre se le acerca para acariciarlo sensualmente, éste se cae (¿marea?). El mareo caída como sacudida frente a lo incestuoso. Aquí se mezclan los dramas de Edipo y Hamlet. La madre, como en Edipo, “no sabe” que es su hijo, y por ende se entrega a desearlo y seducirlo sin velos, se enamora de él.  Marty, como Hamlet, sí “sabe”, y de allí su confusión, su tormento, sus dudas, atolladero del que solo podrá salir con la ayuda del Doc, padre simbólico para él… o lugar del analista en la transferencia para nosotros. 
El protagonista se descubre, entre la fascinación y el horror, tomado como objeto de deseo de su madre; y el padre, lejos de venir a reclamar su lugar, claudica, resignado.  A partir de allí se desata el drama edípico: Marty comprende que si no logra que entre el padre en escena y lo reemplace como objeto de deseo de la madre, él no llegará a ser, se desvanecerá de la existencia, figura que metaforiza el ser tomado como objeto pleno de deseo del Otro
Y entonces… la historia empieza a cambiar. El hijo empieza a construirse un padre, cuestión que ya señalara Freud en “El Moisés y la Religión monoteísta”:

“(…) esta  vuelta de la madre al padre define además un triunfo de la espiritualidad sobre la sensualidad, o sea, un progreso de la cultura pues la maternidad es demostrada por el testimonio de los sentidos mientras que la paternidad es un supuesto edificado sobre una razón y una premisa.”

Marty empieza a levantar a ese padre caído, pieza por pieza; va moldeándolo, dándole forma, consistencia; busca darle coraje, confianza; va armando un padre a quien la madre pueda amar; un padre Ideal. En palabras de Philippe Julien:

“[El hijo] fomenta, forja, una imagen paterna de alta estatura, de fuerte estatus, de bella estatua. Se vuelve hacia esa imagen digna de ser admirada y la sustenta con tal o cual rasgo proveniente de un hombre hermoso, fuerte, viril (…) El fin buscado es que un padre haga de contrapeso al deseo de la madre”.

Otro punto interesante a destacar es el diálogo entre padre e hijo que se genera en el comedor del colegio. El hijo descubre un aspecto valioso pero escondido, oculto del padre: la escritura. El padre escribe historias pero no las da a ver. Viraje interesante ya que luego, en el futuro éste deviene exitoso por ser un gran escritor. Es así que en la reescritura de su propia historia paralelamente se reinscribe algo de lo valioso del padre que enorgullece y lo enaltece.

Ahora bien, retomando una pregunta que nos hacíamos al principio, no basta solo con enaltecer al padre para romper el espejismo edípico. Se necesita una madre que le de lugar a ese padre, y un padre que mire a esa madre. Ya en la “novela familiar” Freud nos habla de que la madre es certísima y el padre incierto. Creemos que esta frase puede conectarse muy bien con la cuestión del padre simbólico. Padre es aquel que ocupa un lugar simbólico. Aquel que señala la madre y aquel que a su vez desea a esta madre por sobre otra cosa.

De algún modo, esto es lo que va figurando la película, cómo hacer para que esta madre desee a este padre. Y en este punto, el protagonista se vale de un legado simbólico, proveniente de Doc: “eres bueno si te lo propones…”, legado que Marty le dice a su padre, convocándolo a una posición deseante.

La escena crucial se aproxima. Marty forja un plan que expresa la paradoja sintomática en la que se encuentra: entre lo conciente y lo inconsciente; puesto que por un lado, buscará que su padre intervenga en la escena dual y convoque a la madre; pero para logar esto, el hijo tendrá primero que abordarla eróticamente, “propasarse con ella”. Y de hecho, no es el hijo quien pone el límite en la escena, sino la madre, al percibir lo incestuoso. De este modo, se abre en ella el espacio para un deseo más allá del hijo.

Y en efecto, de entre los escombros de humillaciones y sometimientos, emerge finalmente un padre; un padre que toma coraje, un padre que no renuncia a su deseo; que logra enfrentarse al rival y conquistar a la mujer. Y así, una trompada cambia la historia, acto que pone fin al sometimiento y libera al hijo de la seducción materna.  

Nos preguntábamos por qué en la selección de la escenas no aparece tanto la presencia de Doc. Doc es asesinado y es así que permite a Marty revisar su pasado. Al volver este asesinato se evita. Esta cuestión nos hace pensar que no es necesario matar realmente al padre para superarlo, tenerlo simbólicamente o contar con él. El parricidio es simbólico, inherente a la estructura del sujeto. Ya nos lo contaba Freud en el escrito sobre “El dictamen de la facultad en el proceso el Halsmann. Halsmann fue condenado por el crimen de su padre. Su condena fue basada en la tesis del parricidio inherente a los hombres. Freud rechaza esta cuestión aludiendo que si bien el parricidio es inherente, estructural no es condición necesaria, no le va a ocurrir a todo hombre. Dice: “Justamente por su omnipresencia, el complejo de Edipo no se presta a extraer una conclusión sobre la autoría del crimen.” Seguramente lo que sí tiene todo sujeto son fantasías parricidas. Pensábamos que tal vez de esto se trate. El asesinato de Doc por los libios como la fantasía, ensoñación del asesinato del padre. De ahí al pasado

Finalmente nos encontramos con que la escena familiar inicial, del padre humillado, sometido y la madre una “dejada”, es rescrita al final de la película. Nos encontramos con un padre escritor, una madre bella y una familia con logros.

Más allá del carácter hollywoodense del final, nos permite pensar en la reescritura de la novela familiar. El adolescente necesita enaltecer a otra familia para poder desprenderse de la de origen. Ya sea en la realidad o en la fantasía; en la ficción Marty se construyó otra familia que le diera la opción de la exogamia.

4 comentarios:

  1. Muy buen trabajo. Gracias por compartirlo.
    ¡Saludos y hasta pronto!

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  2. Jimena y Valeria: creo que el trabajo toca puntos cruciales de la cuestión del padre que veremos durante este año, y me parece que analizar un ficción, no es "psicoanálisis aplicado", en este caso diría es psicoanálisis implicado.

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